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NSP_NeKoun SANTORAL DEL DIA 29 de junio

Santos del día 29 de Junio Santos Pedro y Pablo; Marcelo, Siro y Casio.

ETICA, FE Y RELIGION - SANTORAL 29 de junio de 2022 Redactor Jefe Redactor Jefe

Santos del día 29 de Junio

Santos Pedro y Pablo; Marcelo, Siro y Casio.

PEDRO

Pocos nombres hay tan bien explicados como el de Pedro. Significa piedra, roca, cimiento. "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Con estas palabras le cambió Jesús el nombre a Pedro, que se llamaba Simón. PetroV es el nombre que aparece en el Evangelio. Suena exactamente Pétros, que en latín será Petrus. Este nombre es expresión de la fuerza de la determinación. El nombre de Simón no era suficiente para la gran misión que confiaba Jesús a aquel humilde pescador, y por eso le da un nombre que le dé la fuerza que necesita para llevar a cabo su obra. A partir de ese momento, Simón se convierte en una roca firmísima sobre la que edificar la mayor construcción humana que jamás se ha conocido. Una organización que lleva en pie dos mil años. Ninguna dinastía, ningún Estado, ningún poder puede acreditar tal resistencia. Algo tendrá el agua cuando la bendicen y algo tendrá la roca cuando tanto resiste. Esa fuerza va con el nombre. Ha de ser esto cierto, porque entre casi un centenar de santos de este nombre, hay un puñado de primerísima línea: san Pedro Nolasco, san Pedro Damián, san Pedro Claver, san Pedro de Alcántara, san Pedro Crisólogo, san Pedro Pascual, son algunos de ellos. Otro tanto ocurre en los que han tenido en sus manos el destino de los pueblos. Los grandes Pedros del reino de Aragón (el Justiciero, el Católico, el Ceremonioso), los de Castilla, Francia, Hungría, Brasil, Italia, Moldavia, Montenegro, Portugal, Servia, Rusia (Pedro el Grande). E innumerables los que se han distinguido en sus respectivos ámbitos: las artes, la literatura, la política, el cine... Prueba de la importancia de este nombre y del aprecio en que se le ha tenido en España son los innumerables Pérez (hjo de Pedro es el significado de este apellido) que existen, los hipocorísticos de este nombre: Perico, Perucho... y el hecho de ser el nombre que más aparece en el refranero.

San Pedro, el primero de los apóstoles (alguien tenía que serlo), era un buen hombre, uno de tantos judíos que estaba atento al surgimiento de un Mesías que les liberase de la dominación romana. Siguió a san Juan Bautista, igual que su hermano Andrés. Éste fue quien lo encaminó hacia Jesús: "He hallado al Mesías", le dijo. La figura de Pedro es de lo más humano. Tiene sus arranques de valentía y sus momentos de debilidad ("antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres veces"), es una persona normal a la que la bondad natural le hace prometer, en momentos de arrebato, cosas que luego no tendrá fuerzas para cumplir. Por eso nos es tan fácil identificarnos con él. "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella; y te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que atares en la tierra, atado quedará en los cielos; y lo que tú desatares sobre la tierra, quedará también desatado en el cielo". Estas palabras son las que más definitivamente reflejan la importancia de san Pedro. Cumplió su misión. Fue crucificado en el montículo del Vaticano, y allí fue enterrado. Sobre su sepulcro se levanta la imponente basílica de San Pedro, símbolo de la fuerza de un nombre y de una misión. Los que comparten este gran nombre celebran su onomástica el 29 de junio. Buen día para impregnarse de la virtud y la fuerza que en él se ha acumulado en estos dos mil años. ¡Felicidades!

PABLO

Saulo (forma grecolatina del nombre hebreo Saúl = el deseado) era un hombre soberbio, convencido de que siempre tenía razón. Era por tanto intransigente y severo; pero cayó del caballo y a partir de entonces fue otro hombre. A raíz de su encuentro con el procónsul Sergio Paulo, a quien convirtió y bautizó, cambió de nombre. Pasó a llamarse Paulus, que significa "Pequeño". Sin perder la firmeza que le caracterizaba, empezó a ser realmente grande a partir del momento en que aceptó humildemente que sus grandezas eran humo. Porque san Pablo fue realmente un gran hombre, pero no lo fue desde su soberbia, sino desde la aceptación de su pequeñez. Fue tan grande el resplandor de este nombre, que llegó a ocupar un lugar muy avanzado en la lista de los nombres más apreciados de todos los tiempos. Prueba de ello son los más de 40 santos que con este nombre nos recuerda el santoral y los grandes Pablos que se han hecho un lugar en la historia, como Pablo Picasso y Pablo I, emperador de Rusia.

San Pablo apóstol nació en Tarso, ciudad libre del Asia Menor y capital de Cilicia. Era judío y al mismo tiempo ciudadano romano, un privilegio del que muy pocos gozaban. Pertenecía a la secta de los fariseos, que reunía a la florinata de los judíos. Estudió en la escuela rabínica de Jerusalén. Llegó a ser uno de esos defensores acérrimos de la ley de Moisés, fanático e intransigente, y como tal se sentía en la obligación de perseguir a los cristianos, que en aquel momento eran una especie de secta judía empeñada en extender a todo el mundo los privilegios que tenía el pueblo judío en el plano espiritual. Y fue cuando se dirigía a Damasco para hostigar a la comunidad cristiana que allí florecía, cuando cegado por un gran resplandor, cayó del caballo y oyó las palabras de Jesús, que se le apareció en medio de aquella luz: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Y se le cayó la venda de los ojos. A partir de entonces, comprendió Saulo que sus esfuerzos no tenían que ir encaminados a excluir de los beneficios del judaísmo a los demás pueblos, sino precisamente a extenderlos a todos los pueblos de la tierra; que la muerte de Jesús había valido la pena y que ése era el sentido de la redención. Su clarividencia fue total. Mediante sus cartas (epístolas) dotó a la nueva Iglesia de un cuerpo doctrinal del que carecía, e hizo de aglutinador de las comunidades de cristianos diseminadas por la mitad más oriental del imperio romano. Su espíritu viajero contribuyó en buena parte a mantener esta cohesión. Fue víctima de la ira de los judíos, que se la tenían jurada. Le prendieron en Jerusalén, y estaban ya a punto de matarlo cuando apareció el tribuno romano y se hizo cargo de Pablo. Éste apeló al César (era un privilegio de su condición de ciudadano romano) y conducido a Roma, tras un tiempo de prisión fue dejado en libertad. Pero como tantísimos miles de cristianos, fue víctima de la persecución de Nerón. Murió decapitado.

Celebran los Pablos su onomástica el 29 de junio, festividad de san Pedro y san Pablo. Un nombre dignísimo de celebrarse, porque en él coinciden modestia en el nombre y en las formas, pero eficacia y grandeza en la acción: el prototipo ayuda lo suyo, que llamarse como el gran apóstol es participar de su gracia. ¡Felicidades!


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